En el Colegio Marymount reconocemos que es necesario transformar la educación en aras de la personalización y que esto solo es posible si confiamos en nuestros estudiantes. 

 

En este momento estamos en medio de una transformación muy importante. Con la mirada hacia el futuro, pero siempre recordando los pasos que hemos dado en el camino, comprendemos que lo más importante para nosotros es formar seres humanos integrales. 

Es por eso que la educación diferenciada por género ya no es la respuesta a nuestra misión, pues consideramos que promover el desarrollo humano de hombres y mujeres, mediante un enfoque en la personalización, es lo más adecuado para seguir fortaleciendo nuestro modelo pedagógico. 

Claramente, esta elección no se tomó a la ligera, por el contrario, es el resultado de los procesos de formación interna y de la evolución de nuestra filosofía educativa. En ella prima el estudiante como una figura individual con sus propias fortalezas y oportunidades de mejora, pero al mismo tiempo, como un miembro que no es ajeno a su entorno y forma parte esencial de la comunidad. 

 

Educarnos para educar

 

En el 2018, al observarlas nuevas tendencias educativas y cómo se reformaban los métodos de enseñanza, tomamos la decisión de iniciar el camino para convertirnos en una comunidad de aprendizaje del siglo XXI. 

 

¿Qué significa esto? Somos una institución que es consciente de los cambios del mundo educativo y laboral, pero que también sabe que, sin importar los desarrollos tecnológicos, sociales y culturales, en el núcleo siempre quedarán las competencias humanas.

 

En alianza con LINC (Learning Innovation Catalyst), una organización internacional dedicada a mejorar y a transformar los procesos formativos, nos pusimos a la tarea de preparar a cada maestro y al Equipo Directivo del Colegio para que adquirieran los conocimientos y las herramientas necesarias. De esta manera, podrán formar seres humanos críticos, creativos, empáticos, socialmente responsables,con una gran capacidad de adaptación y dotados de habilidades colaborativas.

 

¿Cómo vivimos este proceso? 

 

Dado que esta transformación educativa hacia la personalización implica un cambio en nuestro propio pensamiento pedagógico, hay una serie de etapas metacognitivas que la componen. La primera, por supuesto,es tomar conciencia para cambiar nuestra manera de enseñar. 

 

Luego, recibimos la información que nos permitirá formar de una manera distinta a los estudiantes. El tercer momento se trata de poner en práctica en las aulas todo el conocimiento que hemos obtenido. 

 

Y como el aprendizaje es continuo, el cuarto paso es reflexionar lo que vivimos en los salones de clase, conservar lo que funciona y ajustar lo que se puede mejorar y, si es necesario, volver a las primeras etapas para mejorar nuestras prácticas. 

 

Educación personalizada

 

Nuestro fin último es la educación personalizada. Entendemos que cada estudiante es único y ese es el reto que nuestros profesores deben afrontar. ¿Cómo lo logran? Mediante experiencias de aprendizaje enmarcadas en el modelo PAAC, en el cual la personalización es transversal a los siguientes pilares: 

 

  • Autogestión: los alumnos tienen la oportunidad de tomar decisiones y de participar activamente en su proceso de aprendizaje. 
  • Autenticidad: los estudiantes desean obtener conocimientos relevantes para ellos y entender cómo estos les servirán para transformar el mundo. 
  • Conectividad: hacer uso de las tecnologías y de las telecomunicaciones para diversificar las maneras de aprender. 
  • Creatividad: brindarles la oportunidad de desarrollar sus propios proyectos y la libertad de presentarlos de la manera que deseen. 

 

Pero, ¿qué nos permite a nosotros llegar a la personalización? Establecer vínculos de confianza con los estudiantes. Ninguno de los pilares mencionados previamente pueden generarse si no creemos en sus capacidades y en su autonomía.

 

Cuando comprendemos las necesidades y las fortalezas de cada uno de ellos a la hora de aprender, podemos potenciar sus habilidades humanas e intelectuales. Es en ese momento en el que la diferenciación por género pasa a un segundo plano, pues lo que realmente importa es formar a personas íntegras y con una gran curiosidad intelectual que les permita aportar soluciones significativas y transformadoras a la sociedad.